(por A. Arnaiz-Villena y J. Alonso-García. Edición y composición: Javier Marco)
Navarra,
uno de los reinos medievales de la Península Ibérica, que tiene un periodo
agitado de su historia a partir de la invasión musulmana. La parte de la ribera
del Ebro confraterniza con los conquistadores islámicos, mientras que las
comarcas montañosas, más fáciles de defender, se mantienen fieles a su religión-creencias,
lengua y costumbres. En el siglo VIII, los ejércitos árabes y bereberes, salen
del valle del Ebro hacia el norte, y se encuentran una resistencia mucho más
acusada que la que habían presentado las gentes del llano.
Llama igualmente la atención de los jefes mahometanos el extraño lenguaje de aquellos guerreros vasco-pirenaicos, desconocido en el resto de la Península: sus tradiciones bélicas, que no lograron dominar ni romanos ni visigodos, y la práctica de una religión pagana que choca abiertamente con el Islam. Serán los cronistas árabes los que nos dejen algunos testimonios escritos sobre las luchas para someter a estos pueblos, donde se hace mención de que eran adoradores del fuego, pero también, que los señores navarros tenían una institución de la realeza con el nombre de “banaqos”, que ha pasado desapercibido en nuestra historia moderna. Según Azola, en el año 524 de nuestra era, había un rey cuyos dominios incluían una porción del solar de la antigua etnia de los vascones. Sin más datos que los no siempre fiables de las crónicas de los visigodos, los francos y los musulmanes. “Todo ello podemos adivinarlo, pero apenas afirmar nada con certeza” Ref.1. Institución que tiene todo los visos de poseer un origen muy primitivo, pues “banako” se trataba de un título también utilizado en los países del este del Mediterráneo. Banaqos eran sin embargo los reyes de Pamplona, y además el apellido que portaban los hijos, para indicar su estirpe real. Resulta muy fiable la fuente de donde vienen las noticias: el historiador cordobés Ibn Hayyan. Pero lo curioso de semejante título es que se había creído por los historiadores, que los “banakos” eran monarcas típicos de griegos y micénicos.
Sin embargo, “banakos” había igualmente en Creta, donde son citados en su lenguaje jeroglífico Ref.2, lo que nos lleva a creer que dicha denominación tenía su origen en los pueblos uskomediterráneos. No es de extrañar por tanto, que haya “banakos” entre los bereberes, aparezcan en los idiomas drávidas de la India, de los polinésicos, y muy especial, en el mismo borde del desierto del Sáhara Ref.4. La ciudad que es capital de Mali se llama Bamako (Banako) Ref.2, Ref.3. Según Faure, a la primera jerarquía, según una distribución antigua de los habitantes del Ática (Grecia), que se suponía indígenas o pelasgos (bel-uskos), pertenecían los sacerdotes y los reyes, o más bien las familias que ejercían el sacerdocio o que eran poseedoras de un carácter real fundamentalmente sagrado. En principio todas las monarquías de ese tiempo, el rey o Banax es hijo o descendiente del dios supremo. Su título significa a la vez señor, protector y salvador, servirá posteriormente de epíteto a los dioses.
Ibn Hayyan relata en su obra el Muqtabis como durante la expedición del emir Abd-al-Rahman II contra los vascones en el año 843 que: “para oponerse a las algaras, salieron Musa ibn Musa y su aliado Garsiya ibn Wanaqo, emir de los Al-Baskunks (aunque otros dicen que el que salió con Musa fue Fortun ibn Wanaqo que era su hermano por parte de madre)… murieron muchos de estos, entre ellos el hermano del rey Fortun ibn Wanaqo, que era sin contradictor posible, el mejor caballero de Pamplona, y el que más daño hacía a los musulmanes. Más adelante nos informa Ibn Hayyan de nuevo, que en el año 850 pereció Wanaqo ibn Wanaqo, hermano por parte de madre de Muza. Estas alusiones a los “banakos” navarros al citar al rey de Pamplona, son no sólo apellidos sino formas de llamarles “hijos o hermanos de reyes”, y se repiten en otros relatos de las aceifas musulmanas de Córdoba.
Consecuentemente, creemos que este tratamiento que recibían los “señores de Pamplona”, es una prueba de la existencia de un título utilizado desde épocas mucho más remotas, pero al mismo tiempo la prueba cierta de unas instituciones comunes de vascos y vascones con el resto de los pueblos y culturas uskomediterráneas. Finalmente añadiremos, que la palabra “banako”, aunque escasamente utilizada en la lengua euskera, si está recogida por los principales diccionarios (Amaia de J. de Kerexeta), con el significado de “único” o “escogido”, lo cual quiere decir que no ha perdido su primitivo sentido.
REFERENCIAS
Llama igualmente la atención de los jefes mahometanos el extraño lenguaje de aquellos guerreros vasco-pirenaicos, desconocido en el resto de la Península: sus tradiciones bélicas, que no lograron dominar ni romanos ni visigodos, y la práctica de una religión pagana que choca abiertamente con el Islam. Serán los cronistas árabes los que nos dejen algunos testimonios escritos sobre las luchas para someter a estos pueblos, donde se hace mención de que eran adoradores del fuego, pero también, que los señores navarros tenían una institución de la realeza con el nombre de “banaqos”, que ha pasado desapercibido en nuestra historia moderna. Según Azola, en el año 524 de nuestra era, había un rey cuyos dominios incluían una porción del solar de la antigua etnia de los vascones. Sin más datos que los no siempre fiables de las crónicas de los visigodos, los francos y los musulmanes. “Todo ello podemos adivinarlo, pero apenas afirmar nada con certeza” Ref.1. Institución que tiene todo los visos de poseer un origen muy primitivo, pues “banako” se trataba de un título también utilizado en los países del este del Mediterráneo. Banaqos eran sin embargo los reyes de Pamplona, y además el apellido que portaban los hijos, para indicar su estirpe real. Resulta muy fiable la fuente de donde vienen las noticias: el historiador cordobés Ibn Hayyan. Pero lo curioso de semejante título es que se había creído por los historiadores, que los “banakos” eran monarcas típicos de griegos y micénicos.
Sin embargo, “banakos” había igualmente en Creta, donde son citados en su lenguaje jeroglífico Ref.2, lo que nos lleva a creer que dicha denominación tenía su origen en los pueblos uskomediterráneos. No es de extrañar por tanto, que haya “banakos” entre los bereberes, aparezcan en los idiomas drávidas de la India, de los polinésicos, y muy especial, en el mismo borde del desierto del Sáhara Ref.4. La ciudad que es capital de Mali se llama Bamako (Banako) Ref.2, Ref.3. Según Faure, a la primera jerarquía, según una distribución antigua de los habitantes del Ática (Grecia), que se suponía indígenas o pelasgos (bel-uskos), pertenecían los sacerdotes y los reyes, o más bien las familias que ejercían el sacerdocio o que eran poseedoras de un carácter real fundamentalmente sagrado. En principio todas las monarquías de ese tiempo, el rey o Banax es hijo o descendiente del dios supremo. Su título significa a la vez señor, protector y salvador, servirá posteriormente de epíteto a los dioses.
Ibn Hayyan relata en su obra el Muqtabis como durante la expedición del emir Abd-al-Rahman II contra los vascones en el año 843 que: “para oponerse a las algaras, salieron Musa ibn Musa y su aliado Garsiya ibn Wanaqo, emir de los Al-Baskunks (aunque otros dicen que el que salió con Musa fue Fortun ibn Wanaqo que era su hermano por parte de madre)… murieron muchos de estos, entre ellos el hermano del rey Fortun ibn Wanaqo, que era sin contradictor posible, el mejor caballero de Pamplona, y el que más daño hacía a los musulmanes. Más adelante nos informa Ibn Hayyan de nuevo, que en el año 850 pereció Wanaqo ibn Wanaqo, hermano por parte de madre de Muza. Estas alusiones a los “banakos” navarros al citar al rey de Pamplona, son no sólo apellidos sino formas de llamarles “hijos o hermanos de reyes”, y se repiten en otros relatos de las aceifas musulmanas de Córdoba.
Consecuentemente, creemos que este tratamiento que recibían los “señores de Pamplona”, es una prueba de la existencia de un título utilizado desde épocas mucho más remotas, pero al mismo tiempo la prueba cierta de unas instituciones comunes de vascos y vascones con el resto de los pueblos y culturas uskomediterráneas. Finalmente añadiremos, que la palabra “banako”, aunque escasamente utilizada en la lengua euskera, si está recogida por los principales diccionarios (Amaia de J. de Kerexeta), con el significado de “único” o “escogido”, lo cual quiere decir que no ha perdido su primitivo sentido.
REFERENCIAS
2. Arnáiz Villena A. y Alonso García J. Minoicos, cretenses y vascos. Ed. Complutense, Madrid, 1999. Aquí.
3. Arnáiz-Villena A. y Alonso García J. Egipcios, bereberes, guanches y vascos. Ed. Visión Libros, Madrid, Nueva Edición - 2011. Aquí.
4. Faure P. La vida cotidiana en la Creta minoica, Editorial Argos Vergara, Barcelona, 1984. Aquí.