martes, 24 de septiembre de 2013

IRUÑA-VELEIA ABIERTA AL PÚBLICO

(22-09-2013)
(por Antonio Arnáiz-Villena. Edición y composición: Javier Alonso-Rubio)

Visita
Me sorprendió gratamente el encontrar el yacimiento abierto.


Valla-cerca que resguarda a Iruña-Veleia, ahora abierta
(aprox. a 150m de las Murallas del yacimiento).


Puesto de recepción del yacimiento.


En el año 2013 ha estado disponible para ser visitado desde el 3 de julio pasado y se cerrará el 3 de noviembre próximo. El horario es de martes a domingo con dos visitas guiadas, a las 11h y a las 12:30h.

Hay que pedir cita previa para la visita.

En el puesto de recepción, un impecable e instruido cuidador, que habla perfectamente euskera y castellano, se ocupa de la información preliminar y de repartir y explicar unos folletos de Iruña-Veleia, editados a todo lujo, con detalles de la Iruña-Veleia romana y escasa o nula mención a la pre-romana.

El siguiente material se reparte en la puerta totalmente gratis. Así mismo la entrada es totalmente gratis, casi única excepción en los Museos de Araba.
               

Separadores de libros llamados “Estela del Jinete” y “La Dama de Iruña” respectivamente, en el catálogo que se ofrece a la entrada. Véase más abajo.



Postales de “Estela del Jinete” y “La Dama de Iruña” respectivamente.






Portada del catálogo desplegable ofrecido en Iruña-Veleia




Parte del interior del catálogo de Iruña-Veleia

Mejoras


1- Se debería nombrar y explicar la Iruña-Veleia pre-romana, de la que sólo se dice que estaba establecida al menos mil años antes de nuestra era. Se la podría denominar como karistia, vascona o ibérica.


2- Y esto, aún más justificado porque uno de los posters colgado en el centro de atención, y figuras del catálogo contienen un grabado idéntico al de los jinetes íberos de las monedas ibéricas antiguas encontradas en diversas cecas a lo largo de toda la Península Ibérica, como la siguiente.



Ontikes (de ceca vascona) Ref.1.

3- Es obviamente el grabado de un jinete pre-romano en Iruña-Veleia.

Poster de la recepción de Iruña-Veleia


4- Si lo nombramos genéricamente como grabado íbero, no es extraño que junto a este grabado íbero existan signos del silabario ibérico, como el siguiente. Ref.2, Ref.3.

Cerámica de Iruña-Veleia con signo íbero
  

5- Se hace una glosa completa a la Iruña-Veleia romana(véase el catálogo, más arriba). Además, se proyecta continuamente un vídeo que recrea una villa romana (parece que Pompeya).

 
Fotografía del vídeo continuo de la recepción de Iruña-Veleia



Conclusión
Se debería informar adecuadamente del substrato indígena de Iruña-Veleia. Se debería hablar de karistios, íberos o vascones. Esta falta quizá sea debida a desconocimiento o más dudosamente a una omisión intencionada, pero que daña el Patrimonio Cultural Vasco y el Español. Este error se debería enmendar cuanto antes.



2. Arnaiz-Villena A. y Rey D.Iberian-Tartessian scripts/graffiti in Iruna-Veleia (Basque Country, North Spain): findings in both Iberia and Canary Islands-Africa. Int. J. Mod. Anthrop 5: 24-38. Aquí.

3. Arnaiz-Villena A, Alonso-Rubio J, Ruiz-del-Valle V.  Tiwanaku (Titikaka Lake, Bolivia) and Alberite Dolmen (Southern Spain) ritual “ears” Celtic, Iberian, Aymara and Basque languages. International Journal of Modern Anthropology, 6:61-76, 2013. Aquí.

martes, 3 de septiembre de 2013

KOLDO MITXELENA: COMENTARIOS AMBIGUOS SOBRE EL VASCOIBERISMO

(por Antonio Arnáiz-Villena y J. Alonso-García. Edición y composición: Javier Marco)

Es muy importante la opinión del vascólogo Koldo Mitxelena sobre los textos ibéricos en lengua para determinar el grado de parentesco entre  el vasco y el íbero. Son conclusiones que creemos positivas, pese a la insuficiencia de sus traducciones. Hay que reconocer que fue capaz de identificar un grupo de palabras al cual calificó de pertenecientes al idioma euskera. Mucho más de lo que han hecho la mayoría de los vascólogos posteriores, algunos de los cuales enemigos acérrimos de la hipótesis del vascoiberismo.

Mitxelena estuvo toda su vida muy interesado en este fenómeno de las posibles relaciones entre vasco e íbero, que como sabemos, desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial perdió vigencia, debido entre otras causas a la revalorización de las influencias célticas en Europa. El filólogo vasco, pese a su puntualización de que las lápidas de Aquitania y algunas otras procedentes de Navarra e incluso Cataluña estaban escritas en vasco, acepta al menos que hay relaciones en ellas igualmente con el lenguaje ibérico. Lo que no deja de ser una prueba más de la común identidad de ambas lenguas, pues significa que ni siquiera un hombre de su excelente preparación fue capaz de distinguir que aquellas lápidas eran más ibéricas que vascas. Argumento, que nosotros pensamos se defiende con la semejanza que hay en todas ellas, independientemente de que procedan del Pirineo Occidental o el Oriental. Y donde nadie hasta hoy se ha atrevido a calificar de “vascos”, los textos e inscripciones de la Cerdaña francesa o de Enserune, junto a Beziers. Aunque eso sí, algunos han esgrimido excusas más que razones, para desvincular el vasco y el íbero: dioses célticos que no aparecen en ningún otro hallazgo, aculturaciones ocurridas por la proximidad geográfica, emigraciones transpirenaicas. Todas ellas cortinas de humo para no enfrentarse con una realidad evidente, el vascoiberismo, que en definitiva han desorientado a otros especialistas que estaba vigente desde los primeros tiempos (licenciado Poza, Guillermo Humboldt, etc.), y sufrió un abrupto retroceso después de Tovar y Mitxelena, que no por ellos, que siempre dudaron.

Influencias nefastas, que puede desprenderse de alguno de los comentarios de Mitxelena, cuyo desconocimiento de lo que era el panorama religioso de los antiguos vascos y vascones hacía muy difícil, por no decir imposible, que pudiera traducir unas lápidas que debieran haber sido bastante asequibles de haber estado al tanto de lo que significaba la religión de la Puerta y su vocabulario. Lo que le lleva a conclusiones erróneas, como pensar que todo lo que no es léxico claramente identificable, son divinidades del panteón de los pueblos europeos, introducidos a través de los pasos pirenaicos; o simplemente onomástica. Algo que rara vez los pueblos prerromanos incluían en sus piedras mortuorias y que es una fácil escapatoria (decir que una palabra en lengua semi-desconocida es un nombre propio). El filólogo vasco, por tanto, esperaba encontrar nombres semejantes a los de la Turma Salluitana. Aquí. lo que en principio parecía algo lógico, pero no cuando se trataba como en este caso de ritos y creencias, frases obituarias religioso-funerarias típicas de lo que creemos, es la religión de la Diosa Madre.

En resumen, Mitxelena también nos hace una pequeña síntesis sobre su opinión de las lápidas del Pirineo en alfabeto latino, tanto de la vertiente francesa como de la española. Para acabar con una conclusión más bien ambigua que pesimista sobre las relaciones entre el vasco y el ibérico, a todas luces extraviada, por la superficialidad de los conocimientos sobre la religión vernácula de íberos y vascos, que pese a los esfuerzos del etnólogo Barandiarán, resultaban muy ricas en pormenores locales, pero demasiado endogámicas y fuera del esquema general compartido con otros pueblos.

La opinión de Mitxelena se resume en el siguiente párrafo:
“…lo que sabemos, lo sabemos casi todo gracias a una circunstancia afortunada: la conservación de un número no despreciable de inscripciones de época romana en la Aquitania. Ellas nos dan, aparte del dato inapreciable de que en zonas bastante extensas del sur de Francia subsistían hablas íntimamente relacionadas con el vasco, uno de los conocimientos absolutamente seguros que poseemos acerca de la familia lingüística a que pertenece nuestra lengua. Una cierta documentación sobre nuestra onomástica antigua, pues lo que en ellas no es latín, son nombres de personas o divinidades. Limitándonos a lo más seguro, podemos obtener un cierto número de palabras, en algunos casos prácticamente iguales a voces vascos bien conocidas, y un cierto número de elementos de derivación. Y a pesar del carácter fragmentario del material, y de las dificultades de interpretación, podemos sacar importantes conclusiones, sobre el sistema de los nombres mismos… y hoy por hoy, no parece que la lengua vasca, y a la que llamamos ibérica, aunque no sabemos de ella o de ellas apenas nada más que el aspecto externo de algunas palabras, haya otras relaciones que las nacidas de su proximidad geográfica, aunque en algunos casos sean indiscutibles” Ref.1.

Por esto, creemos y proponemos que Mitxelena, con sus profundos conocimientos y gran intuición, creía en esa relación vascoibérica; una relación poco afortunada, puesto que la erudición de la época había envuelto en una falsa nebulosa.



REFERENCIAS

1.  Mitxelena, L., Apellidos vascos, Editorial Txertoa, San Sebastián, 1984. Aquí.